1-PRIMER MENSAJE


Todo empieza en la zona de nadie, entre reservas, cerca de la Reserva 17.

No es un sueño, es una maldita pesadilla vital. Mi mundo no es apto para mentes cerradas, ni políticamente correctas, ni cabe el lenguaje inclusivo, ni estas cosas del pasado en el que todavía vives. En esta maldita distopía, como en todas, la moral es relativa, eso sí las ganas de seguir con la necesidad de despertarte, cada mañana, continúan siendo las mismas como en cualquier otro mundo de los llamados reales. 

Te contaré las historias y los hechos que suceden en las reservas, pero te advierto, si eres un agonías, un TDH rebelde al tratamiento y pretendes zamparme todo el relato de golpe y sin paciencia, mal vamos. No te lo creerás, me conecto al blog cuando me dejan. No pretendas entenderlo con tu experiencia vital del mundo real de principios del siglo XXI en el que te encuentras. Si no me fallan los cálculos en el punto de la historia de tu país, en estos momentos se habrá hecho famosa la palabra Putosalvar, matar inocentes como los niños en las guerras es solo un daño colateral o el fascismo que asoló Europa a mediados del siglo XX se ha relativizado hasta la náusea que hasta dudas de si volverá. No lo dudes. No te dejes engañar. Y te doy una primicia que no te gustará. EstaveznohabráunaUSAqueossalve. Espero que los filtros del sistema no censuren la frase anterior, está escritotodojunto para que no detecte las distintas palabras y ni muerto lepondríaunhastag. Imagina porqué escribí lepondríaunhastag. Si imaginas lo que espero y creo, entenderás mi blog. De lo contrario no pierdas el tiempo. Ni me leas. Te invito a ir a rezar delante de una sede de algún partido político. ¿Te suena? Eso tampoco no durará mucho. Con los años hemos evolucionado y ahora hay más fronteras que nunca. Son los muros que separan las Reservas. Sabes la literatura y luego la película de los juegos del hambre y sus zonas, pero ahora en plan más bestia. 

Espero que empieces a hacerte a la idea y puedas comprender como, a veces, me persiguen o, simplemente, no puedo permitirme el lujazo de dejar rastro informático. Encontrar un terminal de ordenador liberado en mi mundo para poder colgar un capítulo de mis aventuras no es nada fácil. Y para que tú, en el tiempo y espacio del siglo XXI, lo puedas leer, en mi reloj pueden pasar horas y eso en tu horario mental pueden ser semanas. No me eches mierda, ni me culpes por tardar mucho en colgar cosas en este blog. Lo siento, yo no inventé las reglas, ni el algoritmo que rige el mundo de las distopías, ni los ejes de reconversión temporal pasado-futuro y viceversa. 

Intentaré avisar por algún lugar de la web, así podrás saber de mí. También sé que en el momento en que estáis y que todo lo queréis para ya, cueste un poco entenderlo. También te advierto que eso mismo matará vuestra sociedad, pero esa es otra historia. Prefiero no hablar de ello, me enervo y se me gastan los segundos de vida de manera más rápida y no quiero.

Me tendré que desconectar. No quiero pedir nada a cambio. Imagino que en el mundo neoliberal y material en el que estás tampoco te lo vas a creer. Todo se supera y llegaréis a este punto donde estoy. Solo sé que si me lees, este maldito Sistema me proporciona segundos de vida. Como en la película In Time, de Andrew M. Niccol, pero aquí no es ficción. 

¡Joder!¡Mierda!, te d… 

 

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