8-DESPEDIDA 2. RESERVA 257

 

Los Emancipados me han enviado un mensaje enternecedor. No sé cómo me han localizado. Ignoro el tiempo que me queda en la reserva actual, si podré salir de aquí. No digo dónde estoy porque empiezo a angustiarme si aquí también nos incrustan un dispositivo y no solo en la Reserva 257.

https://www.instagram.com/reel/C10e304I5A0/?igsh=djllNmo3bWtsbHk0 

 

Obedezco envío la versión en formato narrativa. A los Emancipados no les gusta que descargue el guion. Prefiero no describir como me siento… ¡Malditos monjes! Creía que eran los buenos. Comprenderéis que lo empiece a dudar. Os dejo.

 

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Mientras Alan Wilter se despide de los suyos,
 en la calle aparece el vehículo alargado del Escuadrón Ida del Humo. Avanzaba muy silencioso. Se para delante del domicilio. La nave aovada deja de sustentarse sobre su única rueda gruesa central y posa toda su base sobre la calzada. Se elevan las dos puertas laterales y una posterior. Del vehículo salen cuatro policías, dos por la puerta trasera y otro por cada una de las laterales. Todos se dirigen a la casa de Alan. La nave queda esperando con los alerones abiertos.

Los agentes van enfundados en unos monos de color blanco. En la tela no se aprecian inscripciones ni otras enseñas. Llevaban un casco verde oscuro. A nivel de los pabellones auriculares sobresale un resalte, unos salientes que tienen un pequeño dispositivo luminoso anaranjado. La visera está tintada en azul marino, no trasluce rostro alguno. Las botas pardas de asalto con grandes hebillas avanzaban a paso firme. Todos van acompasados. Dos llevan un fusil de asalto. Lo sostienen a la altura del torso, con una mano sujetan el cañón y con la otra la culata. El arma no mide más de cincuenta centímetros de longitud, en la culata llevaba incrustado el anagrama de la Unidad Militar del Sistema, UMS.

Un agente va al frente del escuadrón, otro cierra la retaguardia. Al centro marchan dos policías, uno sujeta el asa de un cilindro grueso, metálico, de algo más de un metro de longitud. Sobre el pecho del otro agente resaltan tres insignias triangulares en negro. Es el comandante del escuadrón que sujeta una valija. En la superficie del maletín se ve un gran reloj digital. Son los últimos segundos de una larga cuenta que se van descontando. Es el tiempo vital de Alan Wilter que también rueda en las caras de su valija de la Ida del Humo.

Todos se dirigen al portal del hogar del peregrino Alan. En el frontón de la casa el comandante abre el maletín. Dentro aprieta un dispositivo. De la maleta surge un haz luminoso y aparece un holograma. Es Nelly Uno. Va vestida con el mismo mono de la policía, pero con el casco sin visera. El holograma es un miembro más del grupo. Nelly Uno, la Nelly estándar de la UMS.

En casa de Alan suena el timbre. Su nieta Amia no puede evitar un escalofrío. Kate no mira la puerta, contemplaba cada gesto de su amado. Kenneth cierra los puños, sus párpados se humedecen. Alan dirige la última mirada a Kate, le sonríe mientras la besa al aire. Nadie parece querer abrir y Alan grita, convencido, para que pasen. 

Los agentes entran sin decir nada. Primero lo hacen los armados escoltando el portal, luego el jefe del grupo con el maletín. La valija marca 742,00 segundos. Alan se percató de la imparable cuenta atrás. Nelly Uno va detrás del capitán junto con el policía con el artilugio cilíndrico.

Todos las Nelly tienen la misma voz amable, independientemente del número asignado.

—Hola Alan —dice el holograma.

—Hola —contesta Alan. 

Su tono de voz suena apagado. Kate se esfuerza en contener la emoción. A Alda le tiemblan los labios, pero hace minutos que mantiene el mismo rictus de sonrisa de cerámica. Kenneth sigue con los ojos cerrados.

—Alan —dice Nelly—. Llegó el gran momento.

Alan, callado, deja que Alda le recoja la criatura de sus brazos, sólo puede mirar a la niña.

Un policía abre el cilindro y se despliega una camilla flotante.

—Acompáñanos —sentencia Nelly—. Es la grandeza de la Ida del Humo —mirando al resto de la familia.

Alan se dirige a la puerta, se sienta sobre el acolchado, se estira y acomoda en la cama. Cierra los ojos.

El jefe del escuadrón aprieta una clavija del maletín y Nelly desaparece. Salen. Un soldado empuja la camilla, otro va por delante, detrás les siguen el comandante y el último agente sujetando el fusil. Cruzan el jardín para abandonar la casa.

Kate se dirige al portal, los demás la siguen. Kenneth continua sin moverse, abre sus ojos y solo puede contemplar las espaldas de su familia agolpada. Las lágrimas inundaban su rostro, por Ley del Sistema, y muy a su pesar, es el nuevo patriarca de los Wilter.

Alan es llevado hasta la nave del Escuadrón de la Ida del Humo. Acompañado de dos agentes entran por la puerta trasera. Los otros agentes de la UMS lo hacen por las delanteras. La nave queda clausurada. Unos segundos de espera y el vehículo se aleja, silencioso.

La familia de Alan no se mueve del umbral hasta que desaparece el automóvil.

 

 

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