9-GORRIÓN DE COLORES. RESERVA 257

 

Paso de los Emancipados. Si estoy aquí será por algo. El ciberanticuario me dio la memoria digital con los dos tipos de texto. Sabía lo que se hacía. En la reserva donde estoy ahora no hay rastro de esta gente. Vine de la Reserva 17, no tenía otra alternativa. Estos monjes no me dirán ahora cómo debo gestionar la información. 

       Hace miles de años se decía Alea Iacta Est. Que sea lo que tenga que venir.

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EXT. PORT KOLUMBUS - CALLE - DÍA

 

ELOY PREWITT (41) (Moreno, con algunas canas, aspecto algo descuidado) va encima de un biciclo futurista, pedalea tranquilo disfrutando como si fuera un niño. 

Va por una calle de Port Kolumbus. Está poco transitada. Dos mujeres charlan tranquilamente en una acera. Otro transeúnte camina por la acera de enfrente. En la vía solo hay otros dos ciclistas. 

Eloy sujeta con la mano derecha un pequeño mando a distancia.  Por delante de él un GORRIÓN DE COLORES vuela a un palmo del asfalto. De repente, se eleva para posarse en una rama de un árbol. 

Eloy frena su biciclo y se para. Sujeta la bici con las piernas posando un pie en el suelo. Empieza a hablar como si fuera un niño.

ELOY 

(Teatral)

Estás juguetón hoy... Te dejo ir libre, y mira, te escapas.

(....)

 

         EXT. PORT KOLUMBUS - CALLE - DÍA

Eloy sigue de pie sujetando su biciclo. Mira al gorrión en lo alto del árbol. Sigue hablando como si fuera un niño.

ELOY

(Suspira)

Ya verás... Yo no quería darte descargas. Lo siento.

No se atreve a apretar el boto del mando. Cierra los ojos. Lo acciona. El gorrión da un salto y sale volando.                                                                                                                                                                                     

Al fondo de la calle se acerca un vehículo mono-volumen ovalado todo blanco que parece flotar casi a ras del suelo. 

Eloy no lo ve. Empieza a pedalear. Sigue al gorrión que se mete por una calle perpendicular.

Dos mujeres hablan en la acera, una de ellas echa un vistazo al vehículo y, de golpe, calla. Sin decir nada, ni avisar a la otra, da media vuelta. La otra se percata. Busca el motivo del gesto. También ve el mono-volumen. En silencio, empieza a cruzar rápido la calle y se marcha. Un ciclista en contra dirección a punto de cruzarse con el vehículo se para, sin pensarlo, veloz, da la vuelta para rehacer camino. Otro ciclista acelera y se desvía por la calle dónde se ha ido Eloy. Otro transeúnte  que está muy cerca del vehículo, se percata tarde y se esconde detrás de un árbole. 

El vehículo se acerca lento. Se para en frente de una casa y aparca. Se abren tres puertas que se levantan al cenit. Por la trasera salen dos soldados de un escuadrón de la Ida del Humo y otro más por cada una de las puertas laterales. Van vestidos con monos blancos y todos con casco integral de visera tintada, del mismo tono que el traje. Dos soldados caminan por delante, detrás dos más. Uno de los delanteros tiene el casco más oscuro, es un comandante. Éste sujeta con su mano derecha un maletín negro, a su lado el otro soldado empuña un moderno fusil de asalto. De igual manera que otro de los soldados traseros, mientras que su compañero, con su fusil colgando de la espalda, sujeta del asa un enorme cilindro metálico.  

En la superficie de la valija del comandante se ve la cifra digital 0.000.000.001.510,00, en rojo luminoso, que desciende décima a décima de segundo en una rápida cuenta atrás. 

La calle queda vacía de gente. Solo está el transeúnte escondido detrás del árbol, sigue quieto, casi incrustado en el tronco. Cierra los ojos fuertes, mientras tiembla.

El escuadrón avanza con pasos firmes de botas militares. Cruzan el jardín delantero de la casa en dirección a la puerta. El comandante acciona con su mano izquierda un botón en la superficie del maletín. Y, delante de ellos, emerge de la nada una mujer holograma.